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En los alrededores del Prepirineo leridano: entre los bosques de la Baronia de Rialb y la sierra de Aubenç

Al oeste del embalse de Oliana, en dirección este-oeste, se alza el primer gran muro propiamente prepirenaico de la comarca del Alt Urgell: la sierra de Aubenç, con el Coscollet (1.610 m) como cota máxima . Los cortados calcáreos de esta sierra destacan principalmente en su vertiente meridional. Justo delante de la sierra de Aubenç, al sur de la misma, se encuentra enclavada la sierra de Sant Honorat y, como parte de la misma, la Roca del Corb, con su característica forma de muela. La naturaleza conglomerática de los materiales que componen la sierra de Sant Honorat, explica su peculiar perfil, a base de volúmenes redondeados (el llamado modelado montserratino, que toma su nombre de la sierra de Montserrat). La sierra de Sant Honorat enlaza prácticamente con las primeras planas de la Depresión Central, en la ribera de Oliana y Peramola y, más al sur, con la ribera de Bassella, donde el aspecto montañoso desaparece definitivamente.

En las cercanías de la Roca del Corb nos encontramos una comunidad vegetal típicamente mediterránea de pino, roble y encina, con un abundante sotobosque en el que hay predominio, entre otras especies arbustivas, de tomillo, romero, coscoja, enebro, boj, aliaga y retama.

Hacia la sierra de Aubenç, en su vertiente suroeste, muy abrupta y quebrada por riscos, domina el paisaje netamente mediterráneo, representado principalmente por carrascales (Quercus ilex rotundifoliae), en los lugares más bajos y soleados, y robledales de hoja pequeña o roble valenciano (Quercus fagineae). En estas laderas de solana, los encinares llegan a extenderse hasta los alrededores de la Seu de Urgell, aunque actualmente estos bosques son más bien pequeños y con ejemplares poco desarrollados debido a la presión a la que se estuvieron sometidas por parte del pastoreo y de las talas excesivas para obtener carbón vegetal.

El pino rojo o albar (Pinus sylvestris) es, sin lugar a dudas, la especie de conífera más extendida en los bosques de la sierra de Aubenç. En las zonas más altas de la misma, en ambas vertientes de la sierra, destaca también la abundancia de boj (Buxus sempervirens). Magnífica zona, por cierto, para hacer una buena cosecha de setas, además de degustar la tradicional paella que cada año convoca a los caminantes el segundo sábado de diciembre, ya a las puertas de la Navidad. Con un poco de suerte, también se puede encontrar por estos lugares la seta por excelencia: el cep (Boletus edulis). Muy atentos, pues, en los hayedos, robledales y encinares, que es donde se puede «cazar» esta exquisita especie.

En las inmediaciones de la cresta de la sierra de Aubenç, cuando se acaba la subida del canal de la Jaça, llama la atención la aparición repentina en terreno abierto de unos arbustos con forma de almohadón, muy espinosos, claramente adaptados a los efectos de los fuertes vientos del norte. Se trata de malezas de erizo (de la asociación Erinacea-Anthyllidetum montanae), ya en los dominios del pino negro y de los enebros y abetos. Las zonas abiertas del solana, están cubiertas por esta mata, que invita engañosamente al descanso con sus formas tan muelles como espinosas.

La vertiente noreste de la sierra de Aubenç, de pendientes bastante suaves por contraste con la vertiente meridional, está dominada por comunidades vegetales con claras influencias eurosiberianas y subalpinas. Aquí destacan los robledales de roble pubescente (Quercus pubescens), el roble por excelencia de los países submediterráneos, con su característica vellosidad en hojas y ramitas. También encontramos bosques de roble valenciano (Quercus fagineae), de hoja más pequeña que el pubescente, así como pinares de «pinocha» (Pinus nigra salzamanii) y de pino rojo (Pinus sylvestris), y más localmente algunos bosques dispersos de haya (Fagus sylvatica). La belleza de los hayedos se hace muy visible en los alrededores del llamado Torrent del Faig. Los colores otoñales del hayedo son muy atractivos, aunque estos árboles impresionan igualmente en los meses de invierno, cuando, ya desnudos de sus hojas, crean un aire fantástico en el bosque. Siempre hay gente, sin embargo, que prefiere el brillo y los múltiples tonalidades verdes que exhiben estos bosques cuando sus árboles vuelven a brotar en primavera.

Abundan en estas sierras las comunidades faunísticas forestales (ardilla, zorro, liebre, perdiz, …) y las vinculadas a los peñascos (conejo, águila real, quebrantahuesos y, por supuesto, el omnipresente buitre común). Cuidado con las víboras, que también tienen en estas zonas rocosas su hábitat natural.

Entre los 1.300 y los poco más de 1.600 m de altura, estas montañas están cubiertas, como ya hemos dicho, de bosques de pino rojo, con un denso sotobosque de arbustos. Entre estos últimos, predominan el boj (Buxus sempervirens) y el rododendro (Rhododendron ferrogineum). En los meses de verano es todo un espectáculo contemplar el despliegue de color del rododendro, cubriendo literalmente las suaves pendientes de umbría de la sierra de Aubenç como si se tratara de una alfombra de flores escarlatas. Más allá de los 1600 m de altitud, el pino silvestre es sustituido por el pino negro (Pinus uncinata) y por la típica vegetación subalpina de estos lugares. El enebro (Junniperus communis), en efecto, se encuentra bien adaptado en esas cotas más altas, viniendo a ser el sustituto del rododendro, que no vive bien sobre sustratos calcáreos.

Desde la cima del Aubenç se pueden contemplar las majestuosas sierras prepirenaicas que, de este a oeste, se extienden perpendicularmente al valle del Segre, y que nos esperan en las próximas jornadas. Las cumbres de Andorra, en el fondo, ya cubiertas de nieve en vísperas de la Navidad, marcan en todo momento la ruta del camino. De esas imponentes sierras prepirenaicas que se abren al norte, hablaremos más detenidamente en el siguiente capítulo. Ojalá que sea sobre el terreno!