Después de unos breves minutos de descanso, empezó la mesa redonda.
Jordi Piferrer hizo la presentación con estas palabras:
Toni Cucurull me ha pedido si podía presentar y moderar esta mesa, y lo hago con mucho gusto por varias razones. En primer lugar, por la amistad que me une con todos los ponentes de la mesa, con alguno de ellos desde hace tiempo y, con otros, más recientemente. En segundo lugar por mi afición a la historia contemporánea de Cataluña y más en concreto al estudio de Caminos de libertad a través de los Pirineos, de cuyo estudio ellos son especialistas y yo un simple aprendiz. Y, finalmente, por mi condición de Secretario de la Asociación de Amigos del Camino de Pallerols de Rialb a Andorra, me veo en la obligación de colaborar en alguna cosa, ya que el peso más importante lo ha llevado la gente de Lleida.
Ricard Estarriol acaba de decirnos que "la libertad acaba finalmente por imponerse siempre". Así lo hemos podido comprobar a lo largo de la historia. Todos los regímenes totalitarios que han existido y existirán -a pesar de la destrucción que dejan a su paso- finalmente pasan, ya que la libertad es algo substancial a la persona, forma parte esencial de su constitución, y por tanto es imposible someterla. Siempre reflotará con nueva fuerza, reclamando su esencialidad. Sólo hay una forma de aniquilar la libertad: destruyendo a la persona, aniquilándola. Pero, a pesar de todo, los que quedan reclaman con más fuerza su dignidad como persona y vuelven a renacer de nuevo.
¡100 millones de muertos!, dice George Steiner, pensador austríaco -judío-, en una conferencia en Holanda, en mayo de 2004, titulada "La idea de Europa". Éste ha sido el coste en vidas humanas en Europa desde 1914 a 1945 (¡en 30 años!) en guerras, hambre, enfermedades derivadas de la guerra, deportaciones, gulags, campos de concentración, masacres étnicas…, a causa de los sistemas totalitarios imperantes en el siglo pasado: marxismo libertario, comunismo, nazismo y todos sus derivados.
También estas ideologías totalitarias llegaron aquí, a Cataluña.
Nos proponemos en esta mesa repasar algunos aspectos de estas represiones que tan de cerca nos han tocado. Y lo haremos no con espíritu de venganza, o de recuerdos impregnados de odios, sino que queremos recordarlo para no volver nunca más a estas situaciones de dolor, opresión, persecución, muerte… debidos a la intolerancia, al fanatismo, a la falta de respeto a la libertad de los demás por cuestiones de pensamiento, tradición, raza, religión, lengua o nación.
Lo haremos con historias bien concretas y conducidos por cuatro expertos:
En primer lugar, hablará Jordi Albertí, que tratará el tema de las represiones en Cataluña durante la etapa republicana hasta la Guerra Civil Española de 1936 a 1939.
Después, Daniel Arasa nos hablará de otra represión: la de los vencedores de la Guerra Civil; el franquismo de los años 1939 en adelante.
Josep Calvet nos hará revivir las dolorosas experiencias de los que tuvieron que huir del Sur de Francia durante la ocupación nazi de los años 1942-1944.
Y finalmente, Claude Benet nos contará las vivencias de los andorranos también en estos años de ocupación nazi del Sur de Francia.
La ponencia de Jordi Albertí:
Esta ponencia intenta iluminar sobre el cómo y el porqué se produjo el estallido de violencia anticlerical, durante la Guerra Civil en Cataluña, en el mismo momento de la neutralización de la sublevación militar contra el gobierno legítimo de la república. Estudios anteriores ya habían dado a conocer los datos de la represión de la retaguardia republicana en Cataluña. Más de 2500 eclesiásticos fueron asesinados en los primeros seis meses, entre julio y diciembre de 1936. Esta cifra representa un tercio del censo eclesiástico, un porcentaje muy elevado que adquiere todavía más relieve si se tiene en cuenta que la persecución iba dirigida a la totalidad de sacerdotes y religiosos y, más grave todavía, a todas aquellas personas que no habían querido renunciar a las prácticas religiosas tradicionales, sobre todo a aquellas que participaban activamente en movimientos o asociaciones de carácter pastoral como es el caso de los miembros de la Federació de Joves Cristians de Catalunya.
Hacía falta, a mi entender, ordenar muchos datos y documentos, ver los antecedentes del anticlericalismo y elaborar una hipótesis interpretativa de los hechos.
Estudiar los antecedentes me ha llevado a repasar la historia del siglo XIX y del primer tercio del siglo XX siguiendo el hilo de las relaciones entre la iglesia y la sociedad.
La ideología subyacente en el carlismo que consideraba errónea cualquier concepción no divina de la autoridad generó en su momento un rechazo a la iglesia que, en términos generales, la apoyaba. Las bullangas de 1835 con acontecimientos muy violentos en Reus y Barcelona son el episodio más remarcable de este divorcio social y el inicio de una estigmatización creciente de la actividad religiosa, ya sea de carácter litúrgico como pastoral. De otra manera, la Semana Trágica de 1909 representó un escalón más en el proceso de focalización de la iglesia como responsable de la injusticia social. Ni el compromiso de la iglesia catalana con el proceso del renacimiento cultural y -en cierta manera- político, ni la unidad política del catalanismo en el movimiento de Solidaritat Catalana no evitaron que el anarquismo gozara paradójicamente de buena prensa y, sobre todo, que la fuerza numérica de la CNT comportara un cierto vasallaje ideológico de los partidos políticos considerados de izquierdas y de los republicanos.
En el periodo que va de 1909 a la proclamación de la República las ideas anticlericales enraizaron en profundidad en amplias capas de la población. Los sindicatos y los partidos de izquierda, con el apoyo de buena parte de la prensa y de la intelectualidad, las asumieron de tal manera que muy a menudo se identificaba el anticlericalismo como un valor republicano. Esta simplificación tuvo graves consecuencias ya que puso la cuestión religiosa en el ojo del huracán a la hora de debatir la constitución republicana de 1931. La radicalización en el proceso parlamentario sirvió de coartada a los sectores más integristas de la iglesia por rechazar frontalmente a los primeros gobiernos republicanos y permitió a la vez que pasara a ser un instrumento dentro de la estrategia de los grupos anarquistas, para poner en práctica de entrada muchas "insurrecciones pendulares" y, después, su tentativa de implantar una revolución libertaria; es decir, conseguir la "idea" que propugnaban.
A mi entender, por tanto, hay que considerar que en el momento de la proclamación de la república el anticlericalismo deja de ser una corriente de opinión, que en manos de la demagogia populista -por ejemplo de la etapa juvenil de Alejandro Lerroux- había ocasionado incidentes puntuales, para convertirse en un arma en manos de los defensores más radicales del comunismo libertario.
La ponencia resigue en paralelo la evolución de la iglesia catalana y española con el proceso político general y con la propagación del anarquismo. Es muy importante descubrir que en el congreso de la FAI de octubre de 1933, a propuesta de la delegación catalana, se aprueba una resolución que prevé no solo el armamento de sus militantes sino también el adoctrinamiento, la formación de células y, lo que es más importante, el acuerdo estratégico de ser capaces de aprovechar el caos que se originará cuando se produzca un golpe de fuerza contra la república, de ser capaces -dicen ellos- de hacer productivo, desde el punto de mira de los objetivos libertarios, el estado sicológico de choque que se producirá entre las masas. A la vista de estas resoluciones es fácil entender que incluso antes de haber acabado de neutralizar la sublevación militar del 18 de julio de 1936 las milicias anarquistas asalten los cuarteles donde estaban los depósitos de armamento y que comiencen de una forma simultánea la quema de iglesias y los asesinatos de religiosos y creyentes.
Digo que es fácil de entender porque, desde un punto de vista estratégico, la iglesia era de los tres "enemigos del pueblo" (clericalismo, capitalismo y militarismo) el más indefenso, el más simbólico y el más extendido geográficamente Para el núcleo duro del pensamiento ácrata había de ser, pues, el primer y principal objetivo. La revolución ácrata no pretendía sólo un cambio de modelo económico sino también social e ideológico. La iglesia representaba y defendía unos valores éticos incompatibles con los postulados del comunismo libertario. Demoler una iglesia era devolver al "pueblo" la libertad de poseer su retorno a su vez sin herencias arquitectónicas que percibían como símbolo de la esclavitud a que la iglesia había sometido a las clases populares; quemar las imágenes era una transgresión iconoclasta liberadora; desnudar, vejar y torturar a un sacerdote tenía que servir de rechazo para despertar las auténticas conciencias "dormidas"…
Es verdad, entonces, que hubo caos y desconcierto después del 18 de julio y que la forma concreta en que se produjo cada asesinato puede ser el resultado del azar, de la manera de comportarse de cada miliciano o de cada comité, pero también lo es que las células de la FAI -que controlaron desde el primer momento el Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña- seguían un plan estratégico previsto con antelación.
Este hecho se puede observar no sólo por las actas congresuales y por la existencia listas y de órdenes concretas, sino también porque después de repasar cada una de las más de dos mil crónicas de las víctimas eclesiásticas se puede observar en ellas la existencia de consignas, especialmente de dos: la edad era considerada un agravante y los méritos personales también. Dicho de otra manera, las razones para matar a un sacerdote aumentaban con su edad, ya que cuanto más anciano era más años había estado "oprimiendo" a sus fieles, y también aumentaban con la bondad de sus actos, ya que cuantos más beneficios sociales se hubieran derivado de su acción pastoral más se había desdibujado la maldad intrínseca de la iglesia, lo que representaba un freno al despertar de las conciencias revolucionarias que vivían aletargadas en las clases populares.
La "lógica" del terror, por tanto, se impuso a lo largo de los primeros seis meses de la guerra. A lo largo de este tiempo, en la retaguardia se vivió otra guerra con víctimas tan inocentes como las de los bombardeos sobre pueblos y ciudades. Hay pues que recuperar la memoria de aquellos hechos para tener una visión completa de la historia.
Los partidos que formaban el Frente de Izquierdas fueron incapaces de evitar aquella tragedia. A mi entender, sin embargo y después de analizar numerosas declaraciones de políticos que tenían responsabilidades de gobierno, la incapacidad procedía más de una cierta complicidad que no de una imposibilidad real de carácter militar o judicial. Cuando digo "cierta complicidad" lo hago convencido de que en muchos casos se trataba más de una inercia ideológica que no de una aprobación del comportamiento de las milicias, de las patrullas de control o de los tribunales populares. La comunión intelectual con el anticlericalismo impidió que muchas autoridades no supieran reaccionar con contundencia ante la evidencia de los hechos. Esto no les justifica sino que, por lo menos, los hace cómplices por cobardía. La actitud decidida de más de un alcalde de izquierdas impidió la acción criminal de los comités en pueblos determinados. Este es otro hecho que desmiente el tópico de los "incontrolados". También el presidente Companys ganó la partida a la FAI a la hora de defender la vida de un hijo de un alto magistrado. Este es otro hecho que contradice frontalmente a la idea de que fue imposible por parte de las autoridades de controlar los acontecimientos.
Los hechos de mayo de 1937 representaron entre otras muchas cosas la plasmación del fracaso en el intento de la CNT-FAI -en colaboración del POUM- de poner en marcha la pretendida revolución libertaria. A partir de aquella fecha, las dificultades a la hora de normalizar la práctica religiosa continuaron existiendo pero, a pesar del goteo de víctimas y algún episodio trágico como el del Santuario del Collell, al final de la guerra, ya no se puede hablar en sentido estricto de "persecución". De todas maneras, las gestiones hechas a lo largo de 1937 y 1938 para normalizar, en la medida de lo posible, la acción pastoral y litúrgica, resultaron infructuosas.
En mi libro El silenci de les campanes cito unas palabras del obispo de Camprodon que pueden servir como final de esta ponencia: "Es tremendamente vergonzoso -escribía el prelado gerundense el año 1991- para un pueblo que se vanagloria de abierto, culto, demócrata y liberal […] haber llegado tan bajo. […] Todos fuimos derrotados […]
Aquí se impone pedir perdón […] La confesión de las culpas es signo de salud de espíritu […]
El servicio profético que a su hora cumplieron nuestros sacerdotes y tantos otros cristianos, religiosos y laicos, nos toca continuarlo hoy con un profetismo de comunión que fluya del amor gratuito […]"
Adjuntamos a continuación la ponencia de Daniel Arasa:
En todo lo referente a la Guerra Civil y la represión hay que desterrar la idea de buenos y malos. Unos y otros cometieron enormes barbaridades. Ir con una idea maniquea es equivocarse.
Por este motivo rechazo lo que hacía el franquismo: presentarse ellos como los buenos y, ellos solos como buenos, y los otros nefastos. Pero el otro bando ha hecho exactamente lo mismo. En este sentido hay un aspecto a criticar en todas estas iniciativas de la Memoria Histórica y Memoria Democrática, y es que son sectarias. No estoy contra la Historia, ni contra la Memoria (la cantidad de libros publicados lo justifican), pero sí contra el sectarismo, venga de donde venga.
Un intento de cualquier persona que quiera ser honesta es buscar la verdad. En el caso de la Historia también. Nos podemos equivocar, pero lo que no es correcto ni digno es querer tergiversar. Hay quien reescribe la Historia, no con el intento de corregir errores producidos anteriormente, sino para cambiarla en función de intereses o de ideas preconcebidas.
Ya en referencia directa a la ponencia que me han pedido: desde el principio hay que dejar claro que la reprensión franquista fue terrible. Entendemos por franquismo todo lo que pudiera representar el bando nacional, aunque en el primer momento no se podía llamar franquista porque aún Franco no había sido elevado al máximo gobierno en todos los ámbitos: militar, político, de partido y jefe del Estado.
La gente de izquierdas, los militares que no se sublevaron, fueron sometidos durante la guerra y la posguerra a una gran persecución. Lo mismo que pasaba en el bando republicano, con los sacerdotes, religiosos, gente de derechas o católicos y, en general, con la gente de pensamiento contrario.
Además de las muertes y los asesinatos durante la guerra, en la posguerra faltó mucha magnanimidad y sentido del perdón. Se quiso hacer no sólo justicia, sino venganza. Eliminar a todo aquel que no pensara como los vencedores, también a aquellos que no habían cometido ningún delito de sangre.
Si se presentaban como personas cristianas, católicas, lo que había que practicar en primer lugar era el perdón. Y no fue así.
- Muertes por la represión en Cataluña: 8.300 las cometieron los republicanos; 3.200 los franquistas. Queda claro que estos no mataron a más porque la mayoría de los enemigos habían huido a Francia.
A nivel de toda España, no está tan claro el número de reprimidos. Últimamente es están descubriendo nuevas fosas. Son decenas de millares. Pero tampoco es verdad cuando se habla de centenares de millares. Además, a veces obren fosas y las atribuyen a la represión franquista y, en realidad, eran soldados de la guerra (por ejemplo cerca de un hospital de campaña).
Muchas de las sentencias de los consejos de guerra estaban predeterminadas. Se "fabricaron" pruebas falsas en muchos casos. O, en otras, la sentencia estaba dictada (caso de Companys).
Incluso se produjo una falacia que llevó a la muerte o a la prisión: se trataba de gente que se había ido a Francia, por si acaso y que, cuando volvieron -porque se decía que quien no tuviera delitos de sangre no había de temer nada-, acabaron en la prisión; algunos fueron fusilados y muchos tuvieron que repetir el Servicio Militar, además muchos quedaron de por vida como "desafectos al Régimen".
Los primeros años de posguerra fueron terribles en la represión. Centenares de miles de personas pasaron por las prisiones, y decenas de miles fueron ejecutadas. En muchos casos se podría hablar de asesinato.
El alejamiento de la Guerra Civil y el cambio de signo en la Segunda Guerra Mundial, en la que iban perdiendo los alemanes e italianos, hizo aflojar la represión, que prácticamente desaparecería unos años más tarde. El "Régimen" se quiso congraciar con los americanos y británicos.
En el último libro que he publicado, "Católicos del bando rojo", muestro un aspecto de la represión franquista que no se había abordado: la de católicos que fueron fieles al bando de la República y que, en algunos casos, fueron represaliados, en otros murieron en la guerra, y otros se exiliaron. Y era gente, en la mayoría de los casos, profundamente católica, de gran fidelidad. Anteriormente en el libro "Entre la Cruz y la República", sobre la vida del general Escobar, me referí a un personaje que expresaba sus creencias abiertamente. No se libraron por ser católicos.
La represión fue acompañada de falta de libertad. Los primeros años del franquismo fueron de claro amordazamiento de las libertades: la de opinión, de expresión, de manifestación y de prensa.
En el caso de la prensa, está la ley de 1938 de claro signo fascista, que además estaba marcada por una situación de guerra. En teoría era provisional, pero se alargó hasta el año 1966, con la ley de Fraga. Ahora parece poca cosa, pero en aquel momento fue un paso muy importante.
La libertad es un agujero negro del franquismo. Faltó libertad. Pero hay que ser también honestos. Cuando oigo hablar hoy del franquismo, en la mayor parte de los casos se hace o con desconocimiento o con sectarismo. Creo que sería más justo hablar de franquismos que de franquismo. Hay que ser honesto. En la segunda parte del franquismo el nivel de libertad era bastante alto. Ya sé que esta afirmación sorprende, que no es políticamente correcta, porque lo que toca, lo que dice quien dirige el país, es que hay que abominar de todo lo que sea de aquella etapa. Se puede rechazar. Yo rechazo el franquismo. Pero esto no tiene que quitar honradez, decir la verdad, y esta es que a partir de los años 60 cualquiera que sea honesto puede reconocer que la gente expresaba críticas abiertamente y, en la mayor parte de los casos, no le pasaba nada (sobre todo si no ponía en peligro el sistema)
Eso sí, había los "ramalazos", que de pronto producían un endurecimiento, a veces porque un gobernador civil quería mostrar dureza. Incluso porque semanas antes de la muerte del general Franco hubo fusilamientos de gente de ETA y del FRAP. Hubo avances y retrocesos.
El cambio se produjo sobre todo a partir de 1959, con los tecnócratas, el Plan de Estabilización… que, aunque al principio la obertura era económica y no política, contribuyó a un cierto pluralismo. Aumentó la tolerancia. Evidentemente no era ni mucho menos la democracia, pero sí un ambiente mucho más abierto que antes.
Cuando se llegó a la democracia la prensa ya estaba bastante acostumbrada a ser un "parlamento de papel".
Querría concluir señalando, sintetizando, que durante el franquismo hubo una gran represión durante los primeros años, que faltó generosidad y perdón, pero también que es de justicia decir que hubo una evolución, y que el franquismo de los años 70 se parecía muy poco al de los años 40.
La ponencia de Josep Calvet fue: La represión nazi al Sur de Francia, 1942-1944
Entre 1939 y 1944 alrededor de 80.000 personas atravesaron los Pirineos en dirección a España huyendo de la Europa ocupada por los nazis. De éstos, unos 55.000 fueron detenidos por las autoridades españolas.
Uno de los grupos más numerosos de cuantos llegaron a España fueron los judíos que huían de la persecución y del Holocausto posterior, para desplazarse desde aquí a un destino seguro, lejos de la guerra y de la barbarie. Los estudios conocidos hasta ahora afirmaban que fueron salvados porque España, a pesar de su amistad con Alemania, no les prohibió la entrada en el país.
Mis investigaciones constatan que la posición del gobierno español no fue tan amistosa como siempre se ha mantenido. Para argumentarlo hay que tener en consideración aspectos como la política de expulsiones que hará que centenares de judíos fueran devueltos a Francia, la separación de las familias en distintos centros penitenciarios, el internamiento en campos de concentración, las dificultades para obtener la documentación para salir del país al ser considerados como apátridas…
El objetivo de esta ponencia será analizar el comportamiento de las autoridades francesas (Vichy) y españolas hacia los judíos refugiados y mostrar la colaboración que, a mi entender, España (el régimen franquista) tuvo con el Holocausto.
Coincidiendo con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la posterior ocupación del ejército alemán de Polonia, Bélgica u Holanda llegan a Francia miles de judíos. Pronto se dictan disposiciones con el objetivo de tenerlos localizados y expulsarlos de la administración y la economía. En octubre de 1940 se adoptan medidas policíacas que provocan que entre 1940 y 1941 alrededor de 40.000 pasen a la zona libre instalándose en los departamentos del Sur que no estaban bajo control alemán. Esta situación y el antisemitismo del régimen de Vichy hará que pronto se produzcan las primeras evasiones hacia España.
Aquí, en un primer momento, se aceptaba que atravesaran el país. Más tarde, se generalizan las expulsiones después de un acuerdo entre los gobiernos francés y español. Todo el que fuera descubierto en un radio de cinco kilómetros de la frontera podía ser entregado a las autoridades del país de donde provenía. El hecho de conocer que serían entregados a las autoridades francesas hizo que algunos evadidos optaran por suicidarse en España antes que vivir la trágica entrega a la policía de Vichy.
La política de expulsiones descubre la cara oscura del gobierno de España, doblegado a las presiones alemanas en un periodo en que la relación y los contactos entre ambos países eran muy estrechos. Se ha constatado que muchos de estos expulsados fueron deportados a los campos de exterminio.
Durante el otoño y el invierno de 1942 se concentra la llegada del mayor número de judíos refugiados a través de las rutas que cruzaban a pie los Pirineos. Era un trayecto extremadamente duro para personas poco preparadas. Numerosas personas murieron y/o sufrieron accidentes. Algunos llegaron acompañados de guías o pasadores que, a cambio de una importante suma de dinero, los conducían hasta la frontera, hasta Barcelona o Portugal. Los detenidos eran internados en prisiones, campos de concentración y centros de acogida. La tarea de organizaciones benéficas como la American Jewish Joint Distribution Committe y la American Relief Organisations hizo posible que se gestionara con celeridad su liberación y posterior emigración con destino preferente a América o a Palestina.
La ponencia de Claude Benet fue:
Andorra tuvo un papel destacado durante el conflicto bélico de la Segunda Guerra Mundial. Su papel se enmarca perfectamente en la filosofía del "camino", tal como la Asociación de Amigos del Camino de Pallerols de Rialb a Andorra la promueve. El camino es un lugar de paso, y Andorra fue lugar de paso para mucha gente; el camino es a menudo la puerta hacia la libertad, y así fue Andorra en los años cuarenta. El camino supone a menudo sufrimiento físico y esta también fue una cruda realidad a la que se expusieron muchos de los expedicionarios que pasaron por Andorra.
En esta ponencia hablaré sobre el ambiente en Andorra durante los años de guerra en los dos países vecinos: un país al Sur con la Guerra Civil de 1936 a 1939 y otro país al Norte con la Guerra Mundial entre 1939 y 1945. Esto supone un tráfico de personas de todo tipo y de las más variadas situaciones: refugiados políticos que huían de la guerra de España, refugiados políticos de huían de los nazis, militares que pasaban por Andorra, las cadenas de evasión, los espías alemanes, los aviadores aliados abatidos, los guías, los maquis, los contrabandistas… Hablaré también sobre las actuaciones poco éticas de algunos pasadores, delaciones y espías andorranos al servicio de los nazis; enriquecimiento por parte de algunos andorranos y otras cosas más.
Con toda esta amalgama de situaciones bien diversas, este pequeño país neutral adquirió un protagonismo destacado debido a su situación geográfica. Un camino de paso situado entre Tolosa, 200 Km. Al Norte, importante nexo ferroviario hacia el que confluyeron personas de todas las condiciones y de diversos orígenes de procedencia, de todas las zonas de Francia y de todo Europa, y Barcelona, 200 Km. Al Sur, caracterizada por el destacado papel que jugó el Consulado Británico de Barcelona.
Una Andorra bien dotada de una infraestructura hotelera, modesta, pero que permitía albergar el tiempo que hiciera falta a aquellos refugiados necesitados de todo, para preparar mejor la huída hacia España; una Andorra en la que se ubicaba una potente estación radiofónica -Radio Andorra- recién inaugurada con perspectivas propagandistas envidiables y envidiadas por los bandos beligerantes.
Estas características fueron recuperadas y bien utilizadas por las redes de evasión o cadenas de evasión y por sus componentes, los guías o pasadores. Fueron también vigiladas por los nazis y sus espías, agentes de diversas nacionalidades, circunstancia que propició un ambiente de desconfianza y de intercambios extraños en una Andorra poco acostumbrada y preparada para afrontar, desde su precariedad, aquel alud de gente tan diversa.
Andorra fue testigo discreto pero activo de todas aquellas aventuras enmarcadas en tiempos de oscuridad, valles profundos y montañas casi inaccesibles, sobre todo en invierno; pero los caminos que atravesaban Andorra llevaban hacia la libertad.
Estos relatos, que acercan a esta Andorra desconocida, Claude Benet los ha recogido en una larga pero apasionante investigación publicada en el libro: "Guies, fugitius i espies, camins de pas per Andorra durant la Segona Guerra Mundial", de la Editorial Andorra.
Finalmente Ignasi Forcada, Vicepresidente de la Asociación, tomó la palabra para realizar la Clausura de la 3ª Jornada. Agradeció a todos los Ponentes su asistencia a la 3ª Jornada y pidió al público asistente disculpara los posibles defectos en los que pudiéramos haber incurrido, entre ellos la falta de tiempo para tratar más extensamente temas tan interesantes.
Acabó el acto con un piscolabis en el hall del Auditori d'Estudis Ilerdencs, en el que asistentes y ponentes pudimos conversar animadamente sobre todo lo tratado en esta 3ª Jornada de Caminos de Libertad a través de los Pirineos.
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