Ven con nostros a descubrir la flora del Camino de Andorra

Octavio Rico nos deleita con esta magnífica descripción

Con el recuerdo aún vivo de la caminata de diciembre y de los villancicos que cantamos ante el belén que preside Aubenç desde 2010 (magnífico obsequio del colegio La Vall), seguimos con nuestro recorrido botánico, que hoy transcurrirá desde las Masías de Nargó hasta el valle de Cabó, con parada y fonda, como de costumbre, en Fenollet.

Precisamente, el recuerdo del belén de Aubenç -entrañable y perenne como la hoja de las coníferas que lo rodean- me anima a empezar este capítulo refiriéndome a una especie de arbusto que quizás nos evoca las recientes fiestas, ya que tradicionalmente se suele utilizar como ornamentación navideña. Me estoy refiriendo al rusco o galcerán (Ruscus aculeatus). Vale la pena ir atentos mientras se sube por el barranco de Comalavall, a medio camino entre las masías de Nargó y Fenollet, pues es a lo largo de ese tramo donde podremos contemplar dicha especie.

Junto con otras especies, como el acebo y el musgo, el rusco es particularmente apreciado como ornamento en las fiestas navideñas. Se trata de un pequeño arbusto de hoja perenne, caracterizado por sus tallos con apariencia de hojas y por la presencia de unos frutos de color rojo que se encuentran situados en el reverso de la falsa hoja. Este arbusto prefiere los suelos básicos (calcáreos), secos y las zonas más bien sombrías. Es por ello que encontraremos este arbusto en las pocas zonas de sombra que hay a lo largo del barranco de Comalavall. En algunos lugares del barranco, es posible descubrir también alguna especie trepadora, como la madreselva, con sus características hojas opuestas y soldadas al tallo.

Aparte de la utilización del rusco como ornamento navideño (de hecho, se le conoce también como cerezo de Belén), cabe destacar que esta especie ha sido apreciada tradicionalmente por sus propiedades diuréticas. Hoy en día, este arbusto sigue teniendo una cierta importancia comercial ya que a partir de él se obtienen algunos medicamentos y cosméticos. De todas formas, conviene advertir que los frutos del rusco (a pesar de su atractivo color rojo) son tóxicos. Así que … mucho cuidado con él, no vaya a ser que los niños los confundan con cerezas de verdad y tengamos un disgusto!

Pero volvamos al punto de partida. Quien ha recorrido el tramo que va desde las Masías de Nargó hasta el valle de Cabó, y más aún si ha hecho esta excursión en tiempo de verano, sabe de lo importante que puede llegar a ser llevar buenas provisiones de agua . Y es que el riesgo de deshidratarse en este terreno es ciertamente alto. Buena parte del camino discurre por la vertiente sur de las sierras prepirenaicas que encontramos aquí, donde la insolación puede llegar a convertirse, en efecto, en una verdadera amenaza.

En toda esta zona vuelve a ser notable el contraste de paisajes que se observan entre las áreas de solana (verdaderos secarrales) y las zonas húmedas de umbría. Esta circunstancia ha dado origen a una diversidad de ambientes ecológicos, que tratamos brevemente a continuación.

Cabe mencionar que nos encontramos en un terreno con un claro predominio de materiales calizos, que dan al sustrato, al suelo, una composición básica característica. En algunos lugares, como veremos poco después de atravesar el río Sallent, o al llegar a las inmediaciones de Montanissell, estos materiales son de naturaleza marcadamente arcillosa, hasta el punto de formar un sustrato prácticamente impermeable en el que a duras penas llega a arraigar la vegetación. Es el terreno de los bad-lands (las llamadas «malas tierras»), con sus característicos cárcavas y barrancos, en los que se puede apreciar bien la acción erosiva de las aguas de escorrentía superficial y la consecuente escasez de vegetación.

Esta etapa puede hacerse un poco dura para el caminante, e incluso agotadora si se hace durante el verano, debido -como ya se ha dicho- a la fuerte insolación propia de las solanas y el consecuente predominio de una vegetación con abundancia de hojas pequeñas, duras y espinosas. Desde el punto de vista botánico, sin embargo, es una etapa interesante, entre otras razones por la rica variedad de plantas aromáticas y de especies con propiedades medicinales, que viven bien adaptadas a estas condiciones.

A poca distancia de las Masías de Nargó, después de atravesar el río Sallent, enseguida nos encontramos atravesando bosques mixtos de encina, roble y pino. Aunque aquí se trata de bosques poco densos, estas especies de árboles siguen siendo las protagonistas principales del paisaje, como ya sucedió en la etapa anterior, y de hecho algunos ejemplares (sobre todo de roble y encina) llegan a tener unas dimensiones realmente monumentales, como puede apreciarse en las fotografías.

El sotobosque muestra un predominio claro de especies como el boj, la coscoja y el enebro, que a menudo se concentran en masas densas. Como en las etapas anteriores, siguen siendo muy abundantes las especies aromáticas, entre las que cabe destacar la lavanda (Lavandula officinalis). El romero y el tomillo difunden también su fragancia por todas partes y nos acompañarán durante todo el camino hasta el collado de Santa Fe.

Prácticamente desde el río Sallent, se puede observar una cierta abundancia de un arbusto quizás de los más representativos de la vegetación espinosa a la que nos referíamos antes: la aliaga (Genista scorpium). Su nombre científico parece ser todo un aviso para caminantes, como si se quisiera recordar el dolor punzante que pueden causar sus agudas espinas, tal vez similares a la picadura de los escorpiones. Huelga decir que, además de vigilar la presencia de ese inquietante arácnido, es recomendable cubrirse las piernas con una ropa adecuada que dé protección frente a posibles quemaduras o arañazos.

En cuanto al estrato arbóreo, los pinares de pino blanco y de «pinocha» dan paso con la altitud a los pinares de pino rojo (Pinus sylvestris). Esto puede verse, por ejemplo, cuando casi a la altura de Montanissell se alcanza el collado donde el camino gira bruscamente hacia el noreste, introduciéndose en la umbría de Fenollet. Aquí atravesaremos bosques donde es posible observar una cierta coexistencia de pino de pinocha y pino rojo. Sin embargo, antes de estos bosques, hemos atravesado un pequeño bosque de avellanos (Corylus avellana) que con sus frutos parecen recordarnos la conveniencia de recuperar energías y reservarlas por el camino que aún queda por delante.

Los arbustos espinosos, como el enebro o los matorrales de coscoja, son muy abundantes en los ambientes secos de clima mediterráneo y de hecho los encontraremos entre las densas comunidades de boj y encina que hay en la subida a la montaña de Santa Fe. También este es un terreno propicio para las sabinas (Juniperus phoenicea). Tras la cresta de la sierra de San Juan, ya en la vertiente norte que baja hacia el valle de Cabó, atravesaremos bosques mixtos de encina, roble valenciano y pinares de «pinocha». También es posible observar alguna masa de robles de hoja grande, además de un denso sotobosque de boj. Fantástica zona para los buscadores de setas y, ahora sí, buen lugar también para degustar cerezas «de verdad», si se camina por esta en los meses de verano. Atención al llegar al antiguo camino que va de Organyá a Cabó, pues al lado del camino hay varios cerezos donde los caminantes podrán disfrutar de esos frutos refrescantes, que de alguna forma parecen querer premiar el esfuerzo del caminante, tras esta larga y fatigosa jornada.

Las adaptaciones a las diferentes orientaciones de las laderas se hacen notar también en las comunidades faunísticas que habitan en estas sierras. En las umbrías altas y en las cumbres, viven las especies adaptadas a los ambientes fríos, como la marta y el urogallo. En las solanas, en cambio, se pueden ver especies típicamente mediterráneas, como la perdiz roja, o el águila real. El jabalí y el ciervo son también especies comunes en estas sierras.

Ante la mirada del caminante, ya junto al río de Cabó, se alza la ladera que asciende al monte de Ares, hacia el norte. Imponente, desafiante. Cae la noche y las bajas temperaturas han convertido la carretera en una pista de hielo. Y es que, claro, estamos en el mes de enero. Es hora de recogerse y volver a casa. Os esperamos en febrero!