Una aventura que recordaremos el resto de nuestras vidas

«¿De verdad que esto lo hizo San Josemaría, de noche, con frío, con hambre, sin agua, en alpargatas y con el miedo en el cuerpo de ser descubiertos en cualquier momento?» Esta pregunta nos la íbamos haciendo todos a medida que atravesábamos el camino con las señales azul y amarillas. La verdad es que fue impresionante.
Doce fuimos los afortunados que pudimos realizar esta magnífica peregrinación siguiendo los pasos de San Josemaría. Doce, más un invitado especial, Chema, amigo experimentado del Camino que nos ayudó con la logística, pero sobre todo a crear un ambiente de convivencia muy divertido.
Planteamos el viaje en cinco etapas, cada una con su particularidad. Todos pensamos que la primera iba a ser de preparación, pero ya se notó que esto iba en serio, y llegamos a la Ribalera con las fuerzas justas para poder celebrar la Santa Misa. Eso sí, ninguna queja, todos a una, subiendo y andando como jabatos…

En cada descanso, aprovechábamos para leer alguna de las escenas que aparecen en diversos relatos del Paso de los Pirineos de San Josemaría, y con la imaginación nos hacíamos cargo de cada momento. Aquí ocurrió esto… por esta zona es por donde pasó aquello… Verlo en persona, impresiona mucho más que leerlo…
La montaña de Ares, el paso de la Cabra Morta, el descenso de cada uno de los montes que cruzamos… Toda una aventura que recordaremos el resto de nuestras vidas. Cada vez que oigamos hablar de esos días de la vida de San Josemaría, podremos imaginar exactamente cómo fue.