Desde el club Codec, de Madrid, nos envían la crónica de los días pasados en Pallerols del 26 al 31 de agosto de 2020.
Nos lo han pedido, pero es difícil escribir un resumen acerca de una experiencia como la vivida durante estos días en los Pirineos; si ya lo fue para los que lo hicieron en su momento con san Josemaría, en unas condiciones bastante peores que las nuestras, pues qué vamos a contar un grupo de 10 jóvenes de 3º y 4º ESO, con 4 mayores de apoyo.
Lo que sí que nos ha quedado clarísimo, y lo subrayamos todos los asistentes (Tomás, Mike, Lucas, Diego, Javi, Nico, Pedro, Jorge, Luis, Manu, Pablo, Iñaki, Alfonso y don Manuel) es que para entender una pizca de lo que sucedió en 1937, hay que estar aquí; vivirlo un poco (nunca será lo mismo): ver los sitios, subir las montañas, celebrar Misa en los mismos lugares, caerte en las bajadas, pincharte con las zarzas… Así, te sitúas mucho mejor, al menos eso nos ha pasado a pesar de leer los libros o ver los vídeos que intentan explicarlo, antes de venir.
Nos sorprendió mucho la Casa Cueva del Corb, escondida de las miradas indiscretas, pero situada muy estratégicamente. Durante varias etapas del recorrido leíamos fragmentos en los que nos explicaban la experiencia de cada lugar, y eso ayudaba más a meternos en escena. Un gran ejemplo lo vivimos en la emotiva Misa de la Ribalera, acompañada por los cantos de las golondrinas y un retablo natural inigualable.
Ciertamente procurábamos seguir todo el recorrido rediseñado, pero como hacía bastante calor, bajamos directamente al Embalse de Oliana para refrescarnos, pues la subida a la montaña de Aubenç, se nos antojaría costosa.
El segundo día salimos desde las Masíes de Nargó, para subir las dos jorobas (Comalavall y Santa Fe), pasando por Fenollet. Ahora mismo hay más construcciones, y los alpendres y establos se han convertido en casas rurales, pero se comprenden perfectamente varios de los episodios de nerviosismo y tensión, tanto al subir las laderas, como al acercarse a las poblaciones.
El tercer día aprovechamos para celebrar Misa en la "Cabaña de San Rafael"; aunque se trata de una reconstrucción, transmite a la perfección las sensaciones que podrían percibir en su momento. En su interior descubrimos un pequeño murciélago, que nos recordó la interacción continua de la naturaleza durante todos los días con los protagonistas de nuestra historia.
Las etapas desde Aravell hasta Andorra, son de las más bonitas, y al grito de "Lluís" nos sacamos fotos de los paisajes verdes y de las cadenas de montañas. Siempre había que estar atento, desde el descenso al Río de Civís, hasta la llegada a Sant Julià de Lòria, y no dejar de mirar bien dónde pisar, pues había piedras que se movían. Ni que decir del cuidado en el paso de la Cabra Morta, sobre todo para los que sufren algo de vértigo, Nosotros no tuvimos problemas, pero es que somos de Codec… |
Algunos de los tramos estaban en peores condiciones, ya sea por la falta de tiempo en el mantenimiento de la ruta por el tema Covid, o por las fuertes tormentas que arreciaron los últimos días y tumbaron varios árboles. Pero siempre, gracias a los consejos de nuestro apreciado guía voluntario, Octavio Rico, decidimos mejor qué etapas realizar, puntos de inicio y final, lugares de encuentro para el avituallamiento, desvíos adecuados que tomar… Y esa es una de las ventajas más importante de esta expedición: que cuentas con grandes personas desde el primer día, que te ayudan a situarte y organizar todo de la mejor manera posible.
Así que, muchas gracias Ramón y Octavio por atendernos "in situ". Gracias Jordi y a toda la Asociación, por querer mantener tan valioso recuerdo experiencial del "Paso de los Pirineos". Gracias por dispensarnos de unas instalaciones tan acogedoras y bien equipadas: hemos tenido un hogar difícil de olvidar, y más con el Tesoro que mantiene bien guardado en su encantadora iglesia románica: la Virgen del Roser de Pallerols.
Seguro que volveremos. ¡Gracias por todo y hasta pronto!
Un abrazo grande desde del Club Codec de Madrid. |