A pesar de lo duro del camino, nuestro gozo fue inmenso
El pasado 12 de julio, siete residentes del Colegio Mayor Olabidea, de Pamplona, emprendimos un viaje que nos llevaría a revivir las pisadas que San Josemaría realizó por los Pirineos en 1937.
A nuestra llegada a Pallerols nos recibió Ramón, que gracias a las explicaciones que nos dio -manteniéndonos a todas expectantes- consiguió trasladar nuestras mentes a aquellos años.
Durante esta semana realizamos 5 etapas.
El primer día fuimos desde Peramola a la Casa del Corb, un pequeño «entrenamiento» para poner a calentar nuestros músculos, ya que la segunda etapa, posiblemente la más dura del recorrido, fue desde La Ribalera, subiendo la montaña de Aubenç, hasta Les Masies de Nargó.
En esta segunda etapa tuvimos la gran suerte de poder celebrar la Santa Misa en la Ribalera. Fue un momento para agradecer, y además nos dió las fuerzas que necesitábamos para poder subir la canal de la Jaça con éxito.
Nuestra tercera etapa empezó en Les Masies de Nargó y terminó en Fenollet, donde pudimos comer en el mismo lugar en el que San Josemaría y sus acompañantes recibieron su última comida en condiciones, antes de llegar a Andorra.
El cuarto día empezamos en el Río de Civís, subimos la Cabra Morta, y llegamos hasta Sant Julià de Lòria. Una vez en Andorra, fuimos en primer lugar a rezar a la iglesia de Sant Julià de Lòria, donde años atrás San Josemaría pudo rezar junto a Jesús Sacramentado tras largos meses de no poder entrar en una iglesia con culto. A continuación pudimos disfrutar de un refresco muy frío y bien merecido.
El último día subimos a la Cabaña de San Rafael, donde por segunda vez tuvimos la gran suerte de poder asistir a la Santa Misa, en un lugar igual de espectacular e inusual que la Ribalera. Finalmente, tras estos días caminando terminamos esta experiencia con una buena tarde en el río.
Durante estas etapas, mientras unas parecían cabras subiendo la montaña y otras subían a su ritmo por detrás suspirando de vez en cuando, se oían frases como «Por subir esto, ya tendrían que ser todos santos» o «chicas, no os paréis que se enfrían los músculos». Sin embargo, con los ánimos de unas a otras, la música que sonaba desde un altavoz, las canciones cantadas a pleno pulmón, las risas, y queriendo ponernos en la piel de un noviembre de 1937 con frío, hambre, oscuridad y en alpargatas, las llegadas a la cima se hacían más amenas y se celebraban con mucha alegría.
Otras valientes, decidieron pasar una noche durmiendo en el «horno», donde San Josemaría pasaría una de las mayores noches de penumbra de su vida.
No me quiero dejar el gran detalle de esas «heridas de guerra» (como algunas las llamaban) en las piernas y en los brazos debido a los matorrales que rodeaban el camino, ni tampoco esas cenas al aire libre contemplando el atardecer, un ratito de oración con vistas a la montaña o ese último día en Torreciudad dando gracias por esta gran experiencia, que sin duda repetiremos.
Gracias por el reportage !!!
Felicidades por dormir en el «horno», por rezar mirando el atardecer y por admirarse por los santos que transitaron esos caminos.. Y gracias por compartirlo
Good morning friends how are you doing. Please Can you give me yours whatsaap number.
Valents, forts i alegres. Quina meravella!
Otro grupo de valientes que se han atrevido con esos caminos del Pirineo, sin parangón. Un reto y, a la vez, un plan de verano inmejorable, que está a otro nivel. ¡Felicidades campeonas! Y gracias por vuestra divertida y animante crónica. ¡Entran ganas de imitaros!
Felicitats. S’agraeix un reportatge com aquest